martes, 27 de julio de 2010

Cerrado por vacaciones



Llega esa época del año, que en la playa o en compañía de los grillos, en una terraza de verano cuando la ciudad se ha quedado desierta y siempre con un libro que en esta ocasión vuelve a ser de Murakami. Eso sí, seguiré leyendo los blogs y ojeando mi novela, no sea que el editor me mande unos sicarios como no la tenga  acabada a tiempo...

Este año voy a hacer como siempre de viajero que no de turista.

Un abrazo

© Manel Aljama (julio de 2010)

lunes, 12 de julio de 2010

Más de 30 años que compré el vinilo




You get a shiver in the dark
It's raining in the park but meantime
South of the river you stop and you hold everything
A band is blowin' Dixie double four time
You feel alright when you hear that music ring

And now you step inside but you don't see too many faces
Comin' in out of the rain you hear the jazz go down
Competition in other places
Oh but the horns they blowin' that sound
Way on down south, way on down south London town

You check out Guitar George, he knows all the chords
Mind he's strictly rhythm he doesn't wanna make it cry or sing
Yes and an old guitar is all he can afford
When he gets up under the lights to play his thing

And Harry doesn't mind if he doesn't make the scene
He's got a daytime job, he's doin' alright
He can play the honky tonk like anything
Savin' it up for Friday night
With the Sultans... with the Sultans of Swing

And a crowd of young boys they're fooling around in the corner
Drunk and dressed in their best brown baggies and their platform soles
They don't give a damn about any trumpet playing band
It ain't what they call rock and roll
And the Sultans... yeah the Sultans play Creole

Creole

And then the man he steps right up to the microphone
And says at last just as the time bell rings
'Goodnight, now it's time to go home'
And he makes it fast with one more thing
'We are the Sultans... We are the Sultans of Swing'


Desde 1979. Cuando compre el "LP" era un grupo "nuevo" pero entonces ya sabía que me seguirían gustando igualmente con el paso del tiempo.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=h0ffIJ7ZO4U

© Manel Aljama (julio 2010). Publicado anteriormente en Calaix de Sastre.

lunes, 5 de julio de 2010

Sabía que era el fin


(La nariz de Gogol por libre)
Dimitri Kovaliev, funcionario jefe de abastos de San Petesburgo, se miró en el espejo  en cuanto descubrió el asunto. Entonces  supo que ya no podía continuar. Dimitri detestaba la corrupción pero se veía obligado a hacer sobornos para escalar en el poder e incrementar sus exiguos ingresos. Aquella noticia trastocó todos sus planes. Era su nombre el que aparecía en el periódico matutino. Luego, su reflejo en el cristal fue determinante. No cabía duda de que sus esperanzas de ascenso a asesor de cámara del mismísimo zar se habían esfumado como el aroma de café caliente que le despertaba cada mañana. Volvió a mirar y su espanto y nerviosismo aumentaron aún más. No tenía nariz y tampoco había una cicatriz, restos de herida o algo parecido.
—¡Así no me puedo presentar en la audiencia que da el zar esta noche! —se dijo—, ¡Y me he gastado una fortuna en conseguir la invitación!
Volvió a hojear la prensa. Era su foto, también sin nariz, en una noticia relacionada con un desvío de toneladas de trigo en favor del intendente Yakolevich que había sido detenido y acusado de traición.
Escapar o morir era su dilema.  No lejos de allí, el barbero Kovalenko se disponía a desayunar. Iba a tomar, como de costumbre, su enorme taza de café con un panecillo caliente de los que cada mañana horneaba su esposa. La sorpresa fue mayúscula cuando Kovalenko partió en dos el pan. Gritó espantado.
—¡Qué sucede! —Preguntó la esposa de Kovalenko—, ¿Dónde has cortado esa nariz?, ¡salvaje! —añadió en cuanto vio la vianda del bocadillo.
—¡Nononono sé esposa mía! —respondió entre tembleques el as de la navaja barbera.
—Nikolai Kovalenko, esposo mío, ¡Debes devolverla inmediatamente a su propietario!
—Imposible. Me detendrán. ¡Me acusarán de intento de asesinato!
—¡Nikolai Kovalenko, devuelve eso te vuelvo a repetir!
—¿Sabes de quién es? —preguntó Kovalenko que había reconocido el apéndice.
—Ni lo sé ni me importa. Pero somos gente honrada y tenemos que seguir siéndolo. Así que ¡deshazte de eso ahora mismo!
El pobre Kovalenko envolvió el trozo de carne en un papel de embalar pan y se lo metió en el bolsillo de su chaleco. Se acabó de vestir y salió a la calle. Cruzó las últimas casas del distrito y enfiló el primer puente sobre el río Neva. Mientras tanto el corrupto funcionario jefe de abastos, Dimitri Kovaliev, había cogido su coche de caballos y fustigándolos se dirigía a donde su olfato, o mejor dicho sospechas le llevaban, a una barbería del extrarradio de la que era fiel cliente desde que era un muchacho.  Hacía frío y el barbero aguantaba estoico el fuerte viento que azotaba en ese lado del río. Los relinchos de queja de los corceles no amilanaban a Dimitri Kovaliev que no paraba de darle al látigo. Había tenido una idea que creía que era brillante. En cambio el ánimo de Kovalenko era cada vez más sombrío. Pensaba que si devolvía el objeto lo enviarían a prisión y si lo arrojaba al Neva, tarde o temprano le detendrían y sería fusilado.
Desde el carruaje le reconoció.
—¡Alto! barbero Kovalenko, ¡Alto!
Sumiso obedeció. Como un autómata introdujo la mano en el bolsillo y sacó el regalo.
—Por fin. ¡Mi salvación!  —dijo mientras se pegaba la nariz en su cara.
—¿Pero...? —preguntó sorprendido Kovalenko.
—¡Gracias amigo mío!  Buscan a un hombre sin nariz. Yo ya la tengo. No soy el que buscan. ¡Estoy a salvo!  ¡Mañana cuando me hayan nombrado asesor del zar le haré una visita de agradecimiento amigo mío!

© Manel Aljama (julio 2010) 
Recreación libre del cuento de La Nariz de Nikolai Gogol
© Ilustración The nose de Kevin Hawkes http://www.kevinhawkes.com/home.htm