viernes, 27 de agosto de 2010

Desde el Rinconcito de Soleta


Sonia Antonella, Soni y Soleta en GrupoBúho es una poetisa de Antofagasta  (en Chile), a la que leo, comento y admiro por su dominio ya no del verso libre sino de estrofas como el soneto, las décimas, los acrósticos, etc. Pero también se atreve y lo resuelve con éxito con FIBOS y lo más reciente en castellano, traido principalmente del Japón, haikus, ágavas y tankas.  A falta de una foto para los dos poemas he elegido una tomada en el Puente de Reyes Católicos en Sevilla, donde los enamorados guardan su fidelidad en candados que cuelgan de la barandilla.

Publico aquí dos poemas recientes y os invito a una visita a su Rinconcito de Soleta y no quedaréis defraudados.


Tendrá la tarde
Tendrá la tarde...
Un barquito de papel alejándose con el viento
ahora, que somos niños viejos y distantes
refrescando, los efluvios azules de la garganta,
de los cerros áridos trémulos de espejismos,
en un laberinto ceniciento y sin destino...

Se fue sin despedirse, ¡se fue...!
Tras de tu ausencia. ¡Huyendo!
con tu nombre entre sus labios
y las sombras coléricas dibujaron,
en el horizonte un paisaje incierto.

© Sonia Antonella


Nunca fue cierto
Nunca fue cierto, amor mío,
decirte que no te quería,
cuando alcé el vuelo
dejándote con tu llanto.

Quise buscar
estrellas en la tierra,
amores en los destierros,
llantos abandonados
en el azul del cielo.

Y todo eso, todo
¡yo lo encontré!
Golpeando mi alma
contra afilados vidrios,
dejando mis alas
pinchadas en el tiempo.

Ahora, me pesan las alas…
Nunca fue cierto, amor mío,
decirte que no te quería.

© Sonia Antonella


© Sonia Antonella (2009-2010)
© fotografía Manel Aljama (2009) puente Reyes Católicos, Sevilla

miércoles, 18 de agosto de 2010

New York Life


No empezaré como Woody Allen en su filme Manhattan: “Él adoraba Nueva York...” Desde el barco que nos da un paseo o mejor un mareo hasta la Estatua de la Libertad echo una mirada a Ellis Island, donde hace más de un siglo los emigrantes aguantaban la cuarentena para tener papeles, para poder entrar a formar parte del sueño o tal vez la pesadilla de vivir en América. A pesar del reluciente ladrillo rojo del ahora Museo de la Inmigración lo sigo viendo en blanco y negro. Quizá sea uno de los encantos y tópicos de la capital del mundo.

El cine tiene la culpa: Cuando un europeo o al menos un español visita cualquier parte de los Estados Unidos de América tiene la sensación de estar viviendo una película. Es inevitable babear en Times Square o ante las marquesinas de Broadway o mirar hacia arriba delante del Empire State. Y aunque acudas a un bar frecuentado por hispanos como es Nevada Smith que está en el 74 de la Tercera Avenida, entre la onceava y la doceava sigues creyéndote que te encuentras en Boston, nada menos que en el bar de Cheers donde Sam Malone te va a servir una cerveza de un momento a otro...

La primera vez que estuve en París dejé de lado la torre Eiffel. Aquí dejo Central Park y el sitio donde rodaron la muerte del “bueno” de Ghost. Aunque no me va el morbo la visita al Ground Zero es inevitable. ¡Parece mentira cómo en un sitio tan reducido había dos torres gemelas de más de 400 metros de altura!

Pero no he venido a pasearme sino a trabajar. Son las 8:30 AM en el piso 32 de las flamantes oficinas de la multinacional: “Pay attention please!”. Así que lo que he visto y tocado me sigue pareciendo incompleto, como visto por televisión. ¡Cielos! otra vez café aguado y donuts, ¡mi desayuno preferido! Paga la compañía. Creo que sé la comida que encontraremos en el restaurante de la planta 10...

El curso acaba a eso de las 17:00 PM con lo que me sobra tiempo para ir a un american bar. Gracias al cine en versión original he conseguido moverme con soltura por Nueva York y pasar desapercibido sin que no se note mi origen europeo. Ya estaba yo más contento que unas pascuas cuando algo me delató. ¿Cómo demonios han sabido que soy europeo, o mejor dicho, que no soy como ellos? La mirada asesina del camarero acompañada de otras de igual virulencia por parte del resto de los zombies que había en la barra de la cafetería me lo ha confirmado. El solitario y nada volante platillo vacío encima del mostrador, tal como había leído e ignorado en la guía: tips (propinas), son obligatorias pues son parte del sueldo del camarero y son un 25% del importe de la consumición. Para no liarse fíjese en los impuestos (tax) y calcule el doble para la propina...

De vuelta al hotel, el metro. Escaleras interminables, profundas. Otra vez en un peli. Como decían Simon & Garfunkel en su canción "The words of the prophets are written on the subway walls And tenement halls". Eso sí, New York es New York y a pesar de lo que decía Mecano, merece la pena y mucho.



Próxima etapa: Tokio

© Manel Aljama (agosto 2010)
© Ilustración modificada con CopyScape (tm)